No teníamos muy claro el tiempo que íbamos a encontrar, pues aunque las previsiones no eran malas, tomando el café mañanero en Cervera con el amigo Carmelo, nos habló de mucho viento, lluvia y hasta granizo el día anterior.
Nada que ver, tuvimos uno de esos días de suerte en los que el viento no fue fuerte (siempre hay viento), el sol quiso acompañarnos toda la jornada y las truchas estaban por la labor.
El río Carrión bajaba precioso, serpenteando entre las verdes praderas manchadas del amarillo y morado de la flor de jara, con un caudal perfecto para su pesca por lo que disfruté pescando a seca como hacia tiempo que no lo hacía.
Es la primera vez que no encontramos a otros pescadores y también la primera que vemos a tres guardas, algo bueno que no debería ser sorprendente.
Subo la fotos que espero os gusten.